1984 es una novela escrita en el año 1948 por George Orwell y trata acerca de una sociedad en la que el control del estado es máximo. Existe un partido único y todopoderoso, deleuzianamente desterritorializado que controla y vigila a la población en todo momento. El partido esta personificado en una suerte de interlocutor ficticio, llamado “el gran hermano” que aparece en todas partes gracias a un acabado sistema de pantallas incorporadas en los muros de toda la ciudad.
Estas pantallas poseen la particularidad de funcionar en ambos sentidos, es decir, una persona puede observar al gran hermano en la pantalla y a su vez el gran hermano puede observar a la persona, convirtiendo estos aparatos omnipresentes en eficaces sistemas de vigilancia. De esta forma, tanto en interiores como en exteriores, siempre hay una imagen del gran hermano observando dondequiera que alguien esté.
Así también, los medios que existen en esta sociedad son burdamente manipulados para que las “profecías” que hace el gran hermano coincidan con lo que “realmente” ocurre. Es así como vemos trabajar al protagonista de la novela en el ministerio de la verdad, (Así es. No me equivoco, el ministerio de la verdad) inventando personajes y acontecimientos, tergiversando hechos y dichos de las personas y un largo etcétera que permiten que todo calce según como el partido así lo desee.
Ignoro si Orwell intentó escribir una novela de esas llamadas “de anticipación”, pero hay elementos que en el último tiempo me hacen pensar en que, de no mediar algún tipo de evento que haga que ciertos aparatos de estado cambien su manera de percibir a la población como la que a fin de cuentas los provee de existencia, las cosas están destinadas a ser tal como las podemos leer en esta famosa novela inglesa.
Resulta que el Ministerio del Interior británico, (vaya coincidencia, resulta que 1984, se desarrolla en una utópica ciudad de Londres) esta planeando construir una gran base de datos que contendrá los detalles de las llamadas telefónicas y de los correos electrónicos de todos los ciudadanos de Inglaterra. Esta información, según el gobierno, servirá "para resguardar a la población de la delincuencia y el terrorismo."
Me suena demasiado conocida ya esta excusa de la seguridad y de la lucha contra el terrorismo para llevar a cabo los más flagrantes atropellos a los derechos de las personas.
En lo personal nunca he pensado que internet sea un espacio muy seguro, en el sentido en que cualquiera puede entrar en casi cualquier parte y ver lo que allí esté pasando, como si de un “espacio público” se tratara. Algo parecido siento que ocurre con la telefonía. Son antiguas las películas en las que se intervienen los teléfonos para escuchar las conversaciones. Pienso que hay abundante evidencia para pensar que en el ámbito de las tecnologías de la información y las comunicaciones no se puede andar tan confiado.
Pero una cosa muy distinta es que un aparato de estado como el gobierno británico, por citar un ejemplo, instale un dispositivo para la vigilancia sistemática de la vida privada en torno a la internet y a la telefonía, sector que, cada día mas, acapara a una gran mayoría de personas. En el caso británico el diario “The Times” informa que en el año 2007 se enviaron 57.000.000 (así es, un 57 con 6 ceros) de mensajes de texto, y se estima que diariamente se envían unos 3.000 millones de correos electrónicos y ojo, que estas colosales estadísticas corresponden solo a Gran Bretaña.
Cuando al parecer existe la posibilidad que un dirigible equipado con cámaras de seguridad sobrevuele la ciudad de Santiago permanentemente, atisbando a través de ventanas azoteas y patios día y noche; cuando en el aire aún esta demasiado fresco el recuerdo de los 6 millones de chilenos que vieron como sus datos confidenciales eran publicados sin mayores dificultades en un conocido blog chileno, yo me pregunto, ¿De qué seguridad me están hablando? ¿Se trata de la seguridad de la ciudadanía? ¿O será que los aparatos de estado se están sintiendo cada vez más vulnerables y esta situación los está llevando a implementar sistemas de control que, para poder prever situaciones que pudieran poner en peligro su poder, van más allá del derecho a la privacidad de los ciudadanos?
En la novela de Orwell, Oceanía, que es el continente en donde se encuentra Londres, está en guerra con Asia Oriental, una guerra que ha existido siempre. “…desde el principio del Partido, desde el principio de la Historia, la guerra ha continuado sin interrupción, siempre la misma guerra.”
El mundo del “gran hermano” que lo vigila todo y a todos, un mundo sumido en una “guerra”, en una lucha “sin tregua” contra el “terrorismo”, pero en donde la realidad informada por los medios es manipulada sin pudor, y en donde los derechos de los ciudadanos importan poco o nada si eso mantiene seguro al poder en donde está.
¿Suena conocido?
NOTA
El trailer que se exhibe corresponde a la película "1984" del director Michael Radford, estrenada el 10 de Octubre de 1984, y con la participación de John Hurt, Richard Burton, Suzanna Hamilton y de Bob Flaq como el gran hermano.
¿1984?
Publicado por
andres moreno nail
on jueves, 22 de mayo de 2008
etiquetas:
sociedad y cultura
2 comentarios:
como individuos somos impredecibles, pero en masa... no hay sorpresas, ahi está el problema
y orwell también lo sabía
Me parece adecuada tu comparación. Se suele plantear a 1984 como la "distopía orwelleana".
¿Habrá querido advertir? ¿habrá querido exagerar lo que en sus tiempos de posguerra sentía en la esfera pública?
Te invito a leer un artículo muuy relacionado.
Saludos.
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